Un proyecto que ha obtenido la garantía oficial del Ministerio para la Transición Ecológica y que certifica la mayor absorción de CO2 para mitigar el cambio climático.
Refleja el compromiso de la Fundación para preservar el entorno con soluciones naturales, sostenibles e inclusivas, a través de la captura de CO2 por la reforestación con carrascas que permite, además, una actividad económica como el cultivo de la trufa para continuar con la responsabilidad social de la Fundación Térvalis.
La Oficina Española Contra el Cambio Climático dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha certificado dos bosques de la Fundación Térvalis en la sección de absorción del registro de la huella de carbono, compensación y proyectos de absorción de dióxido de carbono. Supone una garantía oficial de que estas plantaciones mitigan de manera natural el cambio climático, absorbiendo una cantidad adicional de CO2 generando créditos de carbono y permiendo un valor medioambiental adicional a la truficultura.
Son algo más de 46 hectáreas de plantación de carrasca trufera y plantas aromáticas, que gestiona el equipo de trabajo del Centro Especial de Empleo Impulso Aromas desde el año 2016 y que van a lograr capturar más de 700 toneladas de CO₂ en 30 años. Es por tanto también un proyecto social que ofrece oportunidad de empleo a personas con capacidades diversas. En la actualidad, 15 personas están implicadas en el mantenimiento de estos bosques y la gestión del vivero de carrascas micorizadas del que se nutren estas plantaciones.
La mitad de las emisiones de CO₂ que la humanidad genera son absorbidas por los sumideros naturales de carbono, entre los que se encuentran estos bosques ubicados en la localidad turolense de El Pobo, que lo retienen gracias a la fotosíntesis que realizan los árboles y plantas que los forman, evitando que permanezca en la atmósfera y provoque el efecto invernadero.
Con las toneladas absorbidas por estos bosques turolenses se compensan las emisiones de, por ejemplo, el uso de un coche durante medio año; el CO₂ de 22.000 kilómetros de un tren; la producción de 40 kilos de carne o 777 kilos de frutos secos; o las emisiones de fabricar 85 pares de zapatos y 35 pantalones.
La Fundación Térvalis, con el desarrollo de estas plantaciones de Quercus llex, Quercus faginea y plantas aromáticas como la lavanda, que ocupan el equivalente a 67 campos de fútbol, combate de forma natural el cambio climático. Además de descarbonizar, estos bosques aportan más beneficios.
Proporcionan una diversidad ecosistémica que había desaparecido en el territorio suponiendo nueva riqueza de hábitats para especies de flora y fauna autóctona; aportan diversidad y variabilidad genética en los territorios colindantes; sirven de cubierta, protección y sustento del suelo, ya que aparte de proporcionar materia orgánica nueva, frenan su degradación por erosión frente a las avenidas y fuertes lluvias torrenciales, mejorando así las capacidades de infiltración del agua y actuando como reservorio frente a la desertización.
A largo plazo, este tipo de plantaciones genera otras ganancias para la sociedad. Su buena gestión, que posibilita el uso de prácticas tradicionales, permite a su vez el control y manejo del matorral dominante para un mejor desarrollo de la diversidad de pastos naturales a los cuales están ligados numerosos tipos de insectos como himenópteros, lepidópteros, coleópteros etc. que potencian el desarrollo de la biodiversidad y frenan el riesgo de incendios. También, de manera indirecta, el uso de micorrizas frena la entrada de patógenos, que dificultan y limitan el estado de salud de los montes en algunas zonas, afectadas con la enfermedad de la tinta en castaños y robles y la enfermedad conocida como la seca que está desencadenando una problemática actual a nivel nacional en los terrenos silvipastorales conocidos como la dehesa.