Extracción de ADN de fresas, tinción de cebollas, cromatografía de la clorofila, indicadores de pH… son algunas de las prácticas diseñadas para “cultivar el amor por la ciencia en las futuras generaciones de investigadores” comentan Irene Garcia y Montse Jiménez, coordinadoras del proyecto. “El aumento de solicitudes de colegios cada año y la valoración tan positiva por parte de los profesores y los niños son un estímulo para continuar con nuestro propósito de fomentar el estudio de carreras científicas para tener el día de mañana los profesionales que el sector hortofrutícola necesita”.