Las deformaciones morfológicas que dan origen al fruto doble son desórdenes que se manifiestan más en árboles agotados (madera vieja) y suelen corresponder cuando en las fases fenológicas de inducción floral y, en principio, de diferenciación floral hay determinadas situaciones de estrés abiótico, sean esas de origen térmico o hídrico.
Se habla de inducción ya que es un desorden que comienza durante la formación de la yema floral, el año anterior al de la floración de referencia. La iniciación floral del cerezo empieza, en función de la variedad, a partir de mitad de julio hasta a principios de agosto.
Julio en España corresponde al mes con más luminosidad a nivel de tiempo diurno y con bastantes horas de calor, o con mínimas de noche considerablemente elevadas (son fundamentales las mínimas para entender el déficit energético al cual está sujeto el cultivo).
¿Qué pasa por lo tanto?
Que dentro de las células meristemáticas de las yemas se llevan a cabo procesos que la definirán inicialmente como célula a flor o a hoja pero sobre todo en la célula que va a flor, se van formando y caracterizando ya los primordios de los orgánulos florales es decir lo que será en un segundo momento el ovario de la flor. Por lo tanto, el inicio de la formación de flores con ovario doble se produce en este momento.
En la sucesiva fase de diferenciación floral, que se define en el cerezo español entre septiembre y primera quincena de noviembre prescindiendo de la variedad, se produce el crecimiento y desarrollo de los diferentes orgánulos que constituirán la flor propiamente dicha. Es decir que, si en la fase de inducción se ha originado alguna disfunción morfológica, en la fase de diferenciación, se generarán los orgánulos correspondientes que, según el desarrollo y crecimiento que alcance, darán lugar a un fruto doble o un espolón en caso de que uno de los dos carpelos se quede atrofiado parcialmente.
El concepto más importante pues, para conseguir buenas producciones y reducir estos problemas comerciales, que en algunos años y variedad pueden llegar perfectamente a constituir el 5% de la producción total, es preparar bien la planta a que haga flor y desde un punto de vista fenológico eso ocurre en dos momento claves, es decir en inducción floral, julio y agosto, donde hay que evitar que un cultivo que prefiere climas frescos no sufra estrés térmico y por lo tanto hídrico, y en diferenciación floral, a principio de otoño con los más oportunos tratamientos post-cosecha que sirven para recargar reservas pero sobre todo evitan que se comprometa la calidad de la flor manteniendo la planta fotosintéticamente muy activa.
Fundamental, la diferenciación floral de principio de otoño, que es la que después determina esos desordenes morfológicos de los cuales vemos constancia con el descarte de frutos dobles y/o mal saturados o con espolones.
Por eso, a nivel nutricional se trabaja en dos direcciones: limitando la relación fuente/sumidero y aplicando un bioestimulante antiestrés.
Por ello, Greenhas Group recomienda el siguiente protocolo preventivo:
» Época de inducción floral (julio):
• MOLYSTAR (0,25 ml – 0,5 ml/1000l) para las variedades muy vigorosas;
• ERANTHIS (2,5l/1000l) foliar en caso de elevadas temperaturas. (Se puede repetir en olas de calor)
» Época de diferenciación floral (finales de septiembre-octubre):
• nutrolen (5l/1000l) + borogreen l (1l/1000l) + m10 ad (5l/1000l)