Características generales I
Aunque resulta difícil definir un conjunto tan amplio y complejo de animales, como es el de los insectos, por su extraordinaria variedad de formas, tamaños y hábitos de vida, en principio se pueden esbozar algunos de los rasgos más comunes o distintivos, que nos ayuden a formar una idea general del grupo .
Abundancia
Los insectos constituyen el conjunto natural más extenso de los organismos que en la actualidad pueblan la Tierra. De todas las especies vivientes conocidas, incluidos animales y plantas, la mitad aproximadamente son insectos.
Si consideramos sólo el Reino Animal, el número de especies de insectos alcanzaría un 73% del total. Lo que significa que por cada especie conocida de Protozoo, Molusco, Gusano o de cualquiera de los demás grupos de invertebrados o vertebrados, en la actualidad conocemos tres especies distintas de insectos.
El diagrama de la Figura 1.1 muestra comparativamente el valor del conjunto de las especies conocidas de insectos, respecto a los valores estimados para otros grupos de animales. Dentro de la Clase lnsecta destacan algunos Órdenes, como:
. Coleoptera, con más de 370.000 especies descritas, formando el conjunto natural más numeroso;
. Lepidoptera, con más de 160.000;
. Hymenoptera, aproximadamente con 150.000 y
. Díptera, con más de 100.000 especies, aunque estas cifras no representen más que una parte de las que en realidad existen .
No obstante, a la pregunta que se formula con frecuencia: «¿Cuántos insectos hay?», en la que se incluye tanto el número de especies, como el número total de individuos, la respuesta más honesta es: «Nadie lo sabe, con exactitud».
*Los artrópodos incluyen animales invertebrados dotados de un esqueleto externo y apéndices articulados. Insectos, arácnidos, crustáceos, miriápodos, y otros grupos menos conocidos..
Número de especies
Son ya cerca del millón las especies descritas y se presume que pueden quedar aún varios millones más por describir. Cada día los especialistas añaden nuevas citas y, al mismo tiempo, retocan también las listas publicadas, descubriendo duplicaciones de nombres o sinonimias para una misma especie. Por todo ello, es posible que nunca lleguemos a conocer exactamente cuántas son las especies de insectos que hay en nuestro planeta, aunque está claro que, si atendemos a su abundancia, con toda propiedad podemos decir que el mundo vive hoy la Era de los Insectos.
De todo el conjunto de especies sólo un pequeñísimo porcentaje (se estima alrededor del 0’5%) interactúa directa o indirectamente con el hombre. Las especies consideradas plaga, es decir, que bien por si mismas o en unión con otros agentes patógenos producen serios daños al hombre, a los animales, a los cultivos o a los productos almacenados, no sobrepasarían la cifra de unos pocos miles. Sin minimizar los daños que estas especies producen, que son cuantiosos y graves, el resto, o sea, la inmensa mayoría de los insectos, puede ser considerado dentro de la categoría de indiferente para el hombre, aunque desde una perspectiva global ecológica, más realista, tales insectos resultan beneficiosos, pues ayudan a mantener la diversidad y estabilidad de gran parte de los ecosistemas continentales y son responsables directos, no pocas veces, de su productividad.
Número de individuos
En cuanto al número de individuos existentes en la actualidad, la respuesta es mucho más problemática. Sólo algunos métodos de muestreo permiten estimar la densidad de las poblaciones de insectos en pequeñas áreas y en un momento determinado, a sabiendas de que el número de individuos puede experimentar grandes fluctuaciones, tanto en el espacio como en el tiempo, dependiendo de sus características biológicas y también de las continuas variaciones ambientales.
La gran capacidad reproductora, que es común entre los insectos, puede explicar el número extraordinario de individuos que en determinadas circunstancias llega a alcanzar una población en un corto periodo de tiempo. Si consideramos, por ejemplo, el número total de descendientes que teóricamente puede producir una pareja de moscas domésticas, tan sólo en cinco meses, desde abril hasta agosto, nos encontraríamos con la espectacular cifra de i191 trillones!. Afortunadamente en la Naturaleza la dinámica de las poblaciones no sigue este camino teórico y simplista: otros artrópodos o diversos animales y microorganismos, actuando conjuntamente con diferentes condiciones ambientales adversas, se encargan de desbaratar el normal desarrollo de gran parte o de todos los huevos, larvas y adultos, que puedan producirse en cada una de las posibles generaciones.
Tratándose de otras especies, con un número mayor de generaciones estacionales y otras modalidades de reproducción, como es el caso de los pulgones, el cálculo de descendientes teóricos, a partir de una sola hembra partenogenética, es inimaginable.
En la práctica y en condiciones normales, los mecanismos de regulación natural mantienen las poblaciones de insectos dentro de límites tolerables en cada ecosistema, aunque el número total de individuos, sobre todo en especies de una amplia distribución geográfica, puede ser extraordinariamente alto.
Variedad de hábitats
Los insectos, como conjunto zoológico, presentan una asombrosa capacidad para aprovechar los más variados recursos, en las condiciones más extremas.
En el transcurso de su evolución han ocupado una gama muy amplia de hábitats terrestres, distribuyéndose desde los trópicos hasta las regiones circumpolares. En cada uno de ellos se han especializado en aprovechar, a lo largo de toda su vida o durante una fase determinada de su desarrollo, los variados recursos que les proporcionan las plantas, los animales o la materia orgánica en descomposición. Ningún otro grupo zoológico ha logrado aprovechar con mayor eficacia los nichos ecológicos terrestres.
También los diferentes tipos de hábitats de agua dulce han sido colonizados repetidamente por los insectos durante su evolución; lo que ha supuesto para ellos la necesaria adquisición de un extraordinario cúmulo de adaptaciones estructurales, a partir de su primigenia condición de animales terrestres.
Tan sólo el mar se ha comportado como una barrera infranqueable a la radiación adaptativa del grupo. Únicamente un reducido número de especies ha conseguido desarrollarse en las aguas litorales y superficiales de los mares y océanos.
Tamaño
El tamaño de los insectos está condicionado principalmente por su sistema de respiración traqueal.
En general, los insectos son de tamaño relativamente pequeño, pero pueden variar desde menos de 1 mm, como ocurre con algunas avispas Cinípedas que forman agallas en las hojas de los robles, hasta los 30 cm, que logran alcanzar en longitud algunos insectos-palo, o los 26 a 28 cm de envergadura de ciertas mariposas nocturnas.
Metamorfosis
Una característica muy notable del ciclo biológico de la mayoría de los insectos es la diferencia que existe entre los estados inmaduros o juveniles y el estado adulto. Los cambios o metamorfosis que experimentan los insectos desde la eclosión del huevo hasta alcanzar la madurez pueden ser más o menos profundos.
Hay insectos que en su fase juvenil, en sus hábitos y en muchas características estructurales, se asemejan a sus progenitores adultos, excepto en el tamaño y en la ausencia o escaso desarrollo de las alas; así ocurre, por ejemplo, en los saltamontes o en las chinches de jardín. En tal caso se habla de ninfas para designar los diferentes estadios juveniles y de imago, cuando se alcanza el estado perfecto. Los insectos que presentan este tipo de metamorfosis sencilla o directa reciben el nombre de Hemimetábolos o Exopterigotos. (Figura 1-2).
Existe otro tipo de desarrollo que ha conseguido un mayor éxito evolutivo dentro del grupo, en el que las formas juveniles difieren totalmente del insecto adulto. Es el caso de las orugas y las mariposas (larvas y adultos respectivamente de los Lepidópteros) y de las diversas formas larvarias que darán origen a los escarabajos (larvas y adultos de los Coleópteros).
Los diferentes estadios juveniles, inmaduros, reciben entonces el nombre de larva y el estado adulto, imago. Entre ambos estados existe, no obstante, una fase intermedia, quiescente, llamada pupa.
El significado funcional de este estado intermedio fue inicialmente, al parecer, dotar al insecto de un espacio idóneo y protegido para permitir la evaginación de las alas y el desarrollo de los músculos alares. Pero más tarde, una vez· conseguida la profunda remodelación estructural externa e interna del último estadio juvenil, la pupa pasó a constituir una fase crucial del ciclo biológico de los insectos, que acentuó la divergencia entre la forma y los hábitos de la etapa juvenil y la del adulto.
Evolutivamente la pupa favoreció la oportunidad de una mayor radiación adaptativa, al disminuir la competencia por el alimento y el espacio entre los dos estados.
Los insectos que experimentan este tipo de metamorfosis completa o indirecta reciben el nombre de Holometábolos o Endopterigotos. (Figura 1-3).
Tan sólo unos pocos insectos primitivos, cuyos adultos no presentan alas (Apterigotos), experimentan una ligera metamorfosis, que se manifiesta únicamente por el progresivo aumento del tamaño corporal y el desarrollo de los órganos reproductores funcionales. En este grupo de insectos las formas juveniles y los adultos ocupan el mismo nicho ecológico y estos últimos continúan su crecimiento corporal, una vez adquirida la plena madurez sexual. En este caso se habla de insectos Ametábolos o de desarrollo ametábolo.
En el ciclo biológico de los diversos grupos de insectos se advierte una tendencia evolutiva, que se manifiesta por un progresivo incremento de las diferencias estructurales y funcionales entre los estados juveniles y el adulto.
Las formas juveniles están relacionadas más directamente con la alimentación y el crecimiento (que realizan en ciclos sucesivos entre los que se producen las mudas), mientras que el adulto es el encargado de la importante fase de la reproducción y dispersión de la especie. Esta especialización alcanza su máxima manifestación en los insectos endopterigotos, en los que la pupa marca la separación total, no sólo en la organización estructural, sino también en los hábitos de comportamiento entre larvas e imagos.
Precisamente estas diferencias entre las formas juveniles (ninfas o larvas y pupa) y el estado perfecto (imago) son las que hacen difícil dar una definición breve, aplicable a todos los insectos en todas las fases de su vida.