La Gerbera híbrida es una de esas plantas ornamentales que podemos disfrutar tanto como planta en maceta como formado parte de arreglos florales.
Pertenece a la familia de las Asteráceas y su origen se sitúa en África del Sur, concretamente de Transvaal, una antigua provincia de Sudáfrica que en la actualidad ya no existe. Quizás por su procedencia también se la conoce popularmente como la Margarita africana o Margarita del Transvaal. En relación a su origen, hay que hacer la matización de que estamos ante una “planta de laboratorio” ya que sus principales grupos de variedades de cultivo comercial proceden de hibridaciones con las especies, también del sur de África, de Gerbera jamesonii y G. viridifolia.
Es una planta herbácea, vivaz y de crecimiento en forma de roseta, que puede llegar a superar ligeramente el medio metro de altura y que bien cuidada puede vivir durante varios años.
Su sistema radicular es fasciculado cuando se reproduce de forma asexual y pivotante si procede de semilla, aunque con el tiempo su sistema radicular queda compuesto por varias raíces gruesas de las que parten numerosas raicillas.
Las hojas tienen forma de rosetas, algo alargadas y ligeramente hendidas en los bordes. De la base del pecíolo de algunas de ellas se emiten los brotes florales, desarrollando unos pedúnculos largos que terminan en una inflorescencia en modalidad de capítulo: su gran atractivo ornamental.
Sus llamadas popularmente flores, como mencionamos en modalidad de inflorescencia en capítulo floral, agrupa en sí a un montón de ellas. Estas se sitúan separadas por sexo: desde el exterior hacia el interior, mediante varias filas concéntricas de flores femeninas liguladas, limitando normalmente con una fila de flores hermafroditas no funcionales y, ya colocadas en el centro, el resto de las flores masculinas. También según la variedad, estas flores liguladas son de forma y espesor variables y en amplia gama de colores. En cuanto a su tamaño, las estándar se sitúan sobre los siete centímetros de diámetro, aunque dado su gran juego varietal las encontramos desde minis de apenas cuatro centímetros hasta las maxi de tamaños muy superiores al estándar.
Las Gerberas híbridas que encontramos en los arreglos florales proceden de grupos de variedades distintas a las que podemos adquirir cultivadas en maceta. A las variedades para flor cortada se les exigen tallos largos, rectos, flores más o menos grandes, la máxima productividad y todo el potencial ornamental posible de sus flores. Mientras, para las variedades de cultivo en maceta, además prima un porte más pequeño, compacto y de floración abundante, aspectos que le hacen ideal para decorar pequeños espacios de hogares y oficinas.
Variedades para todos los gustos
Su principal mercado es el de la flor cortada. Sus inflorescencias, las llamadas flores, las hay de múltiples colores, de diferentes tamaños y son ideales para componer bouquets y composiciones florales y además poseen una larga vida en jarrón. Los colores más demandados por importancia son el rosa y fucsia, el rojo, el amarillo, el blanco y el naranja, quedando el resto de colores y ‘los fantasía’ en una cuota que entre todos no superan el 10%. Por su forma, se reparten el mercado casi a partes iguales entre las flores dobles, las semidobles y las sencillas.
Otro aspecto en las flores de Gerbera híbrida es que pueden o no, según variedades, tener el centro negro o verde. La demanda depende de modas entre una opción u otra.
En flor cortada, la variedad ante el consumidor sólo se identifica mediante el aspecto de sus flores. En cambio, el viverista productor la identifica también por su tamaño, productividad y resistencia a determinadas enfermedades.
A la hora de establecer una clasificación varietal, desde el punto de vista de su aspecto final… las flores de Gerbera pueden ser simples, semidobles y dobles, según el número, disposición y tamaño de las coronas de flores liguladas. Por otra parte se emplea el término corazón negro o verde, según sea el color de la parte central de la inflorescencia. Y por último está el diámetro del capítulo (conocido como flor) en que se establecen denominaciones como estándar, maxi, mini o midi.
Sus cuidados cultivada en maceta
Para el cultivo en planta en maceta se comercializan principalmente en macetas de unos 12 centímetros de diámetro. Las podemos encontrar en el mercado durante todo el año, si bien su oferta principal se centra durante los meses de marzo a junio. Al tratarse de una planta híbrida, no cesa la aparición de nuevas variedades en el mercado y con ellas plantas más compactas, de floración abundante y en su conjunto componiendo un impresionante catálogo de colores.
Una vez en casa, debemos tener presente que son plantas cultivadas siempre en invernadero, por lo que evitaremos exponerla al sol directamente. Eso no quiere decir que no necesite buena iluminación, todo lo contrario ya que es fundamental para que florezca correctamente y los colores de sus flores sean vivos e intensos. Por lo tanto, la ubicaremos lo más cerca posible de una ventana, sobre todo en invierno donde los días son más cortos. Pero ojo, evitemos el sol intenso y directo sobre ella para evitar posibles quemaduras en sus hojas y someterla a un estrés hídrico.
Durante la primavera y el verano, la mayor luminosidad… acompañada de altas temperaturas, favorece su crecimiento vegetativo. Su temperatura ideal es de 17 a 24ºC acompañada de una humedad relativa ligeramente elevada.
El riego debe de ser moderado, frecuente pero no en exceso, para evitar momentos de encharcamientos o de sequía ya que la Gerbera híbrida responde muy mal al estrés hídrico. No debemos regar nunca por encima de sus flores para no dañarlas.
De forma periódica debemos abonar con un fertilizante equilibrado pero rico en potasio. Este favorecerá la emisión de flores y mantendrá la planta más resistente ante posibles enfermedades. También elegiremos fertilizantes que contengan microelementos para evitar posibles carencias, en especial la de hierro que se caracteriza por el amarilleamiento de sus hojas.
En cuanto a las plagas y enfermedades, una vez en el hogar no nos debe preocupar en exceso ya que suelen comercializarse en perfecto estado sanitario. También, al estar dentro de casa, no suele infectarse de plagas del exterior por lo que suelen pasar todo su ciclo de vida sin problemas. En el caso de aparecer alguna podrá ser la araña roja en sus hojas durante el verano o el pulgón en sus flores desde primavera hasta el otoño. Para su control, realizar un tratamiento mojando bien toda la planta con un formulado de triple acción de los que se comercializan para este fin es suficiente. En cambio, si la disfrutamos como flores frescas, los cuidados de la Gerbera se limitan al cambio de agua cada dos días, recortar en ese momento un centímetro la base del tallo y añadir al agua del jarrón un conservante para mejorar su calidad y evitar que aparezcan bacterias que dificulte la toma de agua.
Un cultivo para expertos
Si deseamos cultivarla desde el principio, debemos saber que su cultivo es delicado y que básicamente está reservado a los viveros profesionales. Pero si queremos adentrarnos en su cultivo, a continuación tenemos algunos datos de interés.
Los viveros pueden iniciar su cultivo a partir de planteles procedentes de reproducción in-vitro o de semillas. La plantación se recomienda a finales de mayo, comenzando a florecer a los tres meses. Durante la plantación, el cuello de la planta no debe enterrarse para evitar la incidencia de enfermedades.
Un factor importante en el cultivo de la Gerbera híbrida es el sustrato. Este debe de ser ligero, profundo y aireado que posibilite un desarrollo sin limitaciones del sistema radicular de la planta. Es una planta muy sensible tanto a la asfixia radicular, como la infección de determinados hongos que afectan al cuello del tallo y su sistema radicular. Su pH debe de ser neutro o ligeramente ácido.
La temperatura, tanto del suelo como del ambiente, influye en la velocidad de la floración y en la longitud del pedúnculo. De la misma forma, los excesos y desequilibrios pueden llegar a crear estrés hídrico y como consecuencia la muerte de la planta.
Las temperaturas más adecuadas para su cultivo son de unos 25ºC durante el día y 20ºC por la noche. Por su tipo de follaje, la Gerbera requiere una humedad relativa más bien alta, del orden del 75%. Pero una humedad de este tipo debe de ir acompañada de una adecuada ventilación, sobre todo durante los meses de invierno para evitar problemas de enfermedades como Botrytis cinerea.
La luz también es importante. Una falta de luz reducirá la emisión de brotes laterales y con ello un menor número de nuevas flores. De igual forma, esta escasez de luz afectará a la calidad de los tallos florales que serán largos y débiles, además de tener flores de menos intensidad de color.
La Gerbera híbrida suele tener un período de reposo vegetativo coincidiendo con la estación invernal. Sólo a nivel profesional, se intenta cambiar este reposo de estación para conseguir mejores precios en la venta de esta flor.
En cuanto al abonado, el nitrogenado bien equilibrado es fundamental para el buen desarrollo de esta planta en sus primeras fases de crecimiento. Más adelante la nutrición nitrogenada influye en la duración de las flores. La aplicación en tierras franco-arenosas, de abonos complejos tipo 2:1:1 a plantas jóvenes da buenos resultados. El pH recomendado debe de estar alrededor de 5,5 ó 6 y se recomienda un equilibrio NPK del tipo 1-0,5-1,3 antes de la floración y 1-0,4-1,6 durante la floración.
Por último, el riego se recomienda que sea con agua de buena calidad y directamente sobre la maceta. Es importante evitar el estrés hídrico después de la plantación ya que las raíces no son capaces de extenderse y de explorar el suelo. Para evitarlo se potenciarán los riegos aunque en menos cantidad, se humidificará el ambiente y se sombreará la zona de cultivo. Una vez bien enraizadas, los riegos serán menos intensos y más distanciados en el tiempo.
Fisiopatías, no plagas
Entendemos por fisiopatías, problemas que manifiestan las plantas en su desarrollo normal, causados principalmente por condiciones de clima y nutrición desfavorables, nunca siendo provocados por plagas o enfermedades. Entre las más frecuentes están:
⇒ La caída rápida de los pétalos. Esto se atribuye a causas genéticas o climáticas, aunque también influenciado por una deficiente fertilización en potasio. Por lo tanto, se pueden paliar esta fisiopatía con tratamientos foliares con nitrato potásico al 1,5%.
⇒ Las Clorosis. Esta se muestra en el amarillamiento internervial de las hojas, e incluso de forma invertido. Son varias las causas que pueden provocarla. Una puede ser cuando se riega con bajas temperaturas y otra cuando existen carencias de algún microelemento. El más habitual es la carencia de hierro y para ello se aconseja realizar aplicaciones foliares de quelato de hierro.
⇒ Hojas de gran tamaño y alargadas. Normalmente es consecuencia directa por una falta de luz o una densidad de cultivo excesivamente alto. Si es una planta ornamental que tenemos en casa, debemos ponerla lo más cerca posible de la ventana para que tenga la máxima luz posible.
⇒ Poca floración y de mala calidad. Casi seguro que es debido a un exceso de abonado nitrogenado. Se controla ajustando los equilibrios nutricionales a favor del fósforo y sobre todo al potasio.
⇒ Bordes de las hojas secos. Pueden ser producto de dos problemas. Uno es que la planta esté situada en una zona con corrientes excesivas de viento. Y otra por un exceso de abonado que se manifiesta con quemaduras en el perímetro foliar.
Recolectando sus flores con cuidado
Aparentemente, la recolección de las flores de Gerbera parece ser una tarea sencilla, cuando en realidad es muy delicada y que requiere de una manipulación con una serie de precauciones a tener muy en cuenta. Recordemos que si recolectamos la flor muy pronto o tarde tendrá su incidencia en jarrón, y si la cortamos mal… afectará negativamente en la planta.
La recolección debe de realizarse a primeras horas de la mañana, cuando la planta se encuentre lo más turgente posible. El capítulo de la inflorescencia, lo que denominamos popularmente como flor, debe presentar dos filas de flores masculinas abiertas, lo que se pone de manifiesto por la presencia de las anteras. El momento del arranque de la flor indicado es en el que la flor ha alcanzado su desarrollo máximo, tanto de diámetro de la inflorescencia como de longitud y rigidez del pedúnculo.
La forma de recolección es sujetando la base del pedúnculo y arrancándolo mediante un movimiento de torsión, de tal forma que se desprenda el callo de inserción del pedúnculo y sin que se produzca su rotura, no debiendo quedar ningún resto sobre la planta. Bien cuidada, podemos obtener una media de 18 a 25 flores por planta al año.
Fernando Cuenca
fcuenca@condelmed.com
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