Las hortensias

En España, cuando nos referimos a las hortensias, normalmente estamos pensando en la Hydrangea macrophylla. En sí, hortensia es el nombre común que hace referencia al género Hydrangea sp. y este comprende unas 90 especies, si bien las cultivadas provienen de la “hortensia común” (H. macrophylla = H. hortensis).

Por ello, a partir de ahora, cuando nos refiramos a la hortensia, lo estaremos haciendo hacia la Hydrangea macrophylla. Esta pertenece a la familia de las Saxifragaceae y es originaria de Extremo Oriente (China y Japón).

Las hortensias se venden en toda España como planta en maceta en la que su espectacular floración hace que no pase desapercibida. Según el clima puede ubicarse en patios, terrazas, balcones, o plantada directamente en el jardín.

Etimológicamente, Hydrangea significa “bebedora de agua”, lo que nos indica que es una planta que requiere una gran cantidad de ella. Por ello, su hábitat ideal está en las regiones más húmedas de España (sobre todo en la costa norte), en las que las encontramos como arbusto de jardín.

Una floración espectacular

Las hortensias son arbustos caducifolios que pueden alcanzar metro y medio de altura. Su porte es abierto y ramificado desde su base.

Sus grandes hojas crecen de forma opuesta, son de color verde intenso, de forma ovalada con el borde dentado terminadas en punta. Estas cambian de color hacia el marrón con la llegada del frío otoñal y terminan por caer.

Sus flores crecen reunidas en grandes corimbos terminales con aspecto más o menos globoso. Son bastante pequeñas, fértiles con cinco pequeños pétalos en forma de estrella. Como flor… carece de interés ornamental.

Pero alrededor de sus flores se sitúan las brácteas que son en realidad las que le dan su espectacular color. Estas brácteas son de color verde al principio y en su madurez adquieren el colorido final propio de la variedad. Estos colores pueden ser rojo, rosa, blanco o azul, si bien, durante estos últimos años y fruto de la mejora genética, están saliendo al mercado muchas más tonalidades dentro de estos colores.

Su floración se centra desde finales de invierno hasta finales de primavera, aunque en algunos casos puede extenderse de forma singular hasta el comienzo del otoño. Sus flores se crean durante el reposo vegetativo invernal, por lo que debemos podar la planta uno o dos meses antes de que comience su hibernación.

 

Se vende en todos los tamaños

Las podemos comprar en centros de jardinería, grandes superficies, floristerías y demás puntos de venta especializados. Las más precoces aparecen en el mercado en los meses de febrero y marzo, gracias a que han sido forzadas sometiéndolas a un aporte de frío extra en grandes cámaras frigoríficas y seguidamente, una vez formados los botones florales, cultivadas en viveros con calefacción. Las que han sido cultivadas sin forzado se comercializan en primavera.

Los tamaños son muy variados: unifloras, ramificadas, en arbolito… aunque los formatos más populares son los ramificados, que dependiendo del tamaño de la maceta o contenedor albergan desde 4 a 6 flores el más pequeño, hasta 15 a 18 flores el de mayor tamaño.

Una vez en casa, la mejor exposición es en semi-sombra o la sombra, siempre que se mantenga la suficiente luz para conseguir un buen color de flor (brácteas). Si es una zona cálida, intentaremos que estén rodeadas de otras plantas que le ayuden a crear humedad ambiental a su alrededor. Si por el contrario están en lugares con una humedad ambiental alta como es en Galicia, Cantabria, País Vasco… vegetarán y florecerán perfectamente a pleno sol.

Así, si bien en las regiones húmedas de España, Francia y Bélgica por ejemplo, la encontramos como arbusto de jardín a aire libre, también lucen con esplendor en macetas tanto en jardín como en terrazas, incluso en interior si la habitación es luminosa, fresca y ventilada.

Estas flores también funcionan muy bien como flor cortada, de hecho son utilizadas en el mundo del arte floral para decorar grandes recintos en conmemoraciones especiales. Al crecer sobre tallos largos, las podemos cortar y junto con otras flores o verdes ornamentales, son idóneas para decorar rincones de nuestras casas.

¿Cómo debemos cuidarla?

Estamos ante una planta bastante rústica, si bien necesita riego casi a diario entre primavera y otoño, sobre todo en el momento de su floración. Cuando las temperaturas sean muy altas, agradece rociar su follaje de vez en cuando. En invierno y dependiendo de las lluvias podemos reducir sus riegos incluso hasta uno cada 15 días.

Es una planta que prefiere los suelos ligeramente ácidos siendo sensible al agua dura y caliza que le provoca con facilidad clorosis en sus hojas. Por ello debemos abonarla en primavera y verano cada 15 ó 20 días con un abono especial para plantas acidófilas: el abono sería el recomendado para hortensias, camelias, gardenias, rododendros, azalea, etc.

En el momento de su trasplante también utilizaremos un sustrato especial para plantas acidófilas. La hortensia requiere de tierra ácida, con un pH menor de 6,5 y que sea rica en materia orgánica y retenga fácilmente la humedad. Si el suelo del jardín es calizo, es decir con un pH mayor de 7, seguro que amarilleará debido posiblemente a una carencia de hierro. En este caso o bien no la plantamos en esa tierra o la corregimos bajando su pH, acidificándolo mediante el aporte de una tierra para plantas acidófilas como ya hemos adelantado.

Durante el trasplante podemos incorporar en el sustrato un fertilizante de liberación lenta. Además es recomendable aportar hierro en forma de quelato si apreciamos síntomas de clorosis.

Para el trasplante a una maceta o jardinera mayor, elegiremos un tamaño que no sea excesivamente mayor para que sus raíces aprovechen mejor el nuevo sustrato ya que las raíces tienden a desarrollarse en más cantidad sobre el perímetro del nuevo recipiente.

Sobre el fondo de estos, debemos aportar una pequeña capa de grava o arcilla expandida que favorezca su drenaje. Aportaremos un poco de sustrato, posaremos sobre él el cepellón de la hortensia y rellenaremos los espacios libres que quedan a su alrededor sin presionar en exceso. Seguidamente le daremos un riego copioso que no repetiremos hasta que veamos que el sustrato tiende a quedarse seco.

¿Cómo potenciar el color azul de sus flores?

El pH del suelo es muy importante para la hortensia ya que la acidez resalta los colores de sus flores, especialmente el azul. El pH influye decisivamente en la coloración azul o rosa de las flores.

Las condiciones necesarias para obtener flores azules son un pH entre 4,5 y 5, un alto contenido en potasio y elevado contenido de aluminio libre, teniendo en cuenta que el fósforo inmoviliza este elemento. Para potenciar el color azul de sus flores (brácteas), existen en el mercado productos denominados “Azulador de Hortensias” que básicamente son sulfato de aluminio y unos componentes que ayudan a acidificar tanto el agua de riego como el sustrato para favorecer la asimilación del aluminio.

En cambio si queremos tener flores de color rosa, el pH del sustrato debe ser de 6 a 6,5.

En cuanto a mantener en el mejor estado sanitario nuestras hortensias, la araña roja en verano y la cochinilla algodonosa desde primavera a otoño son las plagas más frecuentes que se pueden presentar. La primera se controla con la aplicación de un acaricida y la segunda con insecticidas sistémicos. En los dos casos, debemos asegurarnos de rociar bien toda la planta y en especial el envés del follaje en el caso de los ácaros.

Las enfermedades más frecuentes suelen ser la Botrytis cinerea que pudren las hojas, brotes y capullos; El Oidium hortensiae creando en sus hojas manchas de un color gris blanquecino; y la Ascochyta hychengeae que produce manchas sobre las hojas de un color verde grisáceo o pardo. Una primera actitud puede ser la de pensar en aplicar un fungicida específico, que también, pero si mantenemos las hortensias bien fertilizadas y en un ambiente con buena luz y aireado, el riesgo de enfermedades desaparece notablemente.

Por último, uno de los aspectos a tener muy en cuenta es el de la poda. Para mantener la hortensia compacta año tras año hay que realizar una buena poda anual. La mejor época para hacerlo es hacía mediados o finales del otoño según la climatología de la zona. La elección de una fecha u otra es con el objetivo de conseguir una pequeña brotación antes de su parada vegetativa del invierno.

Estas pequeñas ramitas perderán sus hojas con la llegada del frío, podemos ver cómo las yemas se hincharán formándose en su interior tanto sus próximas hojas como sus flores… y con la llegada de la primavera, su brotación y floración será espectacular. Recordemos que es muy importante que las ramas que han crecido no se poden, porque de sus yemas saldrán las flores ya que la Hortensia florece sobre la madera del año anterior.

Ya desde finales de primavera y durante verano, podemos ir cortando las inflorescencias tan pronto como se marchiten, pudiendo rebajar estas ramas sobre un tercio de su longitud. En cambio, las ramas más viejas las podemos cortar más cerca de su base para motivar que despierten sus yemas latentes y surjan nuevas ramas que sustituyan a las anteriores. Por supuesto, a lo largo del año y como método de limpieza, eliminaremos por la base aquellas ramas más débiles y deformes que afeen estas espectaculares plantas.

Fernando Cuenca

fcuenca@condelmed.com

www.floresyplantas.net

Scroll al inicio