La Pachira aquatica, al margen de ser un árbol de grandes dimensiones en su hábitat natural, en España se cultiva y comercializa tanto como planta de interior como en formato bonsái, aunque este último formato de forma testimonial. En ambos casos destaca ornamentalmente su peculiar tallo y elegantes hojas palmeadas.
Para conocerla un poco mejor, hay quien la llama simplemente ‘Pachira’ o ‘Castaño de agua’, ‘Castaño de Guayana’, ’Cacao silvestre’, ‘Apompo’, ‘Ceibo de agua’ o ‘Zapotón de agua’ por ejemplo. Estas referencias al agua es porque desde su punto de vista etimológico ‘Pachira’ hace referencia a su nombre nativo en las Guayanas y ‘aquaticus-a-um’ del latín, que indica que crece en o cerca del agua.
Pertenece a la familia Bombacaceae, su nombre científico es Pachira aquatica (su sinónimo Bombax aquaticum) y es originaria de las zonas pantanosas de México y norte de Sudamérica como Brasil, Ecuador, Guayana, Perú donde crece en grupos.
En su hábitat natural en los trópicos es árbol perennifolio que puede alcanzar los 20 metros de altura, si bien su cultivo en jardines es raro verlos que sobrepasen los 6 metros. La corteza de su tronco es suave y verdosa cuando es joven y lisa y oscura en su madurez. Posee grandes hojas palmadas que crecen de forma alterna. Estas pueden llegar a tener unas dimensiones de 30 x 12 centímetros. Están compuestas con unos 5 a 9 folíolos de elípticos a obovados, son algo coriáceas, brillantes con el ápice redondeado y apiculado (terminada en punta no espinosa).
Sus flores son muy vistosas y perfumadas aunque como ya hemos avanzado no forman parte de las virtudes de esta planta en el ámbito ornamental español. En su hábitat natural florece a lo largo de todo el año y sus flores son bastante efímeras. Estas poseen pétalos muy largos de color crema o amarillentos y numerosos estambres blancos cremosos. Una vez fecundadas, producen frutos de color pardo en forma de cápsulas de subglobosa a elipsoide de gran tamaño ya que alcanzan hasta los 20 ó 30 centímetros de longitud. Sus semillas tienen forma redondeada y son comestibles tanto frescas, como asadas.
Una planta exótica y elegante
La Pachira aquatica tiene numerosas aplicaciones desde un punto de vista ornamental. Por su rusticidad y elegancia, es muy empleada para las decoraciones de interiores, donde su peculiar presentación aporta un toque exótico y de distinción. Por su porte, en tamaños grandes es ideal en decoraciones de interiores amplios, bien iluminados y cálidos como planta tropical que es. En portes más pequeños aportan un toque elegante y sutil ‘llenando de verde’ aquellos rincones que deseamos poner un punto de vida.
Es una planta que se comercializa durante todo el año. El formato más popular que solemos encontrar en el mercado es en contendor de 18 a 30 centímetros de diámetro, en forma de arbolito y con un tronco trenzado que eleva su valor estético. En realidad se trata de varias plantas muy juntas que durante su desarrollo se han ido eliminando los brotes laterales y trenzados sus tallos. Otra presentación es en modalidad bonsái ornamental en la que se hace valer las características base de sus tallos.
Es aconsejable que el tamaño y forma de la planta se elija en función del espacio a decorar. Su porte y estética ayudarán a crear el ambiente deseado. Con el tiempo y sabiendo que es un árbol, podremos destinarle nuevos espacios para seguir disfrutando de ella, ya sea en el jardín o en mayores contenedores en la terraza o balcón.
Sus cuidados
Es una planta adaptada a su crecimiento en los trópicos por lo que su ubicación en jardines es a pleno sol. En el interior del hogar, buscaremos las zonas mejor iluminadas, cerca de las ventanas sin que les dé la luz directa ya que sus hojas en estos ambientes crecen más tiernas y son susceptibles de quemaduras por la incidencia directa del sol, sobre todo si están muy pegadas a ellas.
En cuanto a las temperaturas, como planta tropical no tolera el frío por lo que requiere ubicarse en zonas abrigada de los vientos y en el caso de bajadas de temperatura, si está cultivada en contenedor, se recomienda protegerla entrándola dentro de casa hasta que las temperaturas vuelvan a ser más cálidas. Vegeta bien con temperaturas alrededor de los 25°C mientras que por debajo de los 12°C comienza a mostrar problemas.
Por su gran follaje, requiere que la humedad ambiental sea al menos del 60% durante todo el año. Si la humedad ambiental es insuficiente es fácil que tienda a soltar algunas hojas, situación que podemos corregir utilizando vaporizadores o rociando su follaje con agua varias veces al día. En tal caso evitaremos utilizar agua con cloro y/o rica en caliza para evitar que se acumule la cal sobre sus hojas y ‘las ensucie’. También se debe evitar que el aire seco de la calefacción incida directamente sobre ella.
En el jardín tolera casi toda clase de suelos siempre y cuando estén bien drenados ya que es propensa a la asfixia radicular. Para su trasplante a una maceta mayor podemos utilizar un sustrato universal o sustrato especial para plantas de exterior. La mejor época para hacerlo es durante la primavera.
El riego, al ser normalmente sustratos muy turbosos y retienen bien la humedad, deben ser distanciados en el tiempo, procurando que el sustrato se seque ligeramente entre riegos. Procuraremos regar menos en invierno sobre todo si la temperatura baja de los 18ºC. El riego excesivo daña sus raíces y como consecuencia provoca hojas amarillas, lacias y blandas al tacto. En tal caso, reduciremos drásticamente el riego para favorecer la renovación de raíces.
La fertilización ideal es con un abono especial para plantas verdes, bien equilibrado y con microelementos para evitar la aparición de carencias. La frecuencia la aumentaremos desde principios de primavera hasta mediados de otoño.
Cuando la planta adquiera tamaños que se salgan del deseado en su espacio de decoración o simplemente para mantener su forma ornamental, la podemos podar cortando sus ramas por encima de la yema que ‘apunte’ preferentemente a la zona donde deseemos que oriente su crecimiento, normalmente hacia el exterior de la masa arbórea. El momento ideal para su poda es a finales del invierno aunque si las circunstancias lo requieren pueden hacerse puntualmente durante el verano. Es una planta que se desarrolla rápidamente y en verano, tras la poda, brota de nuevo a las dos semanas con nuevos brotes a los lados de las zonas de corte.
Cultivada como bonsái
En el mercado podemos encontrar “la Pachira aquatica bonsái”, cuando en realidad no deja de ser un falso bonsái. Simplemente estamos, gracias al peculiar engrosamiento de la base del tallo, ante una estética ornamental que plantada en la tarrina adecuada da el aspecto de bonsái.
En tal caso, los cuidados deben de extremarse para mantenerla en este formato ornamental. Las podas deben de ser más frecuentes para que sus hojas mantengan un tamaño más pequeño, los riegos serán por inundación sumergiendo la tarrina en agua durante unos pocos minutos y dejándola secar entre riegos (sin que la planta llegue al punto de marchitamiento). Estará ubicado en un lugar bien iluminado para que su crecimiento sea lo más compacto posible.
El abonado será idéntico al de los formatos mayores y las dosis muy ajustadas para evitar salinizar el escaso volumen de sustrato del que disponen.
Una planta fácil de cultivar
Como planta de flor el cultivo de la Pachira aquatica puede partir de semilla, si bien comercialmente la técnica más común es la de multiplicación por esqueje. Es una planta que sus tallos enraízan fácilmente.
Si optamos por su multiplicación por semilla las sembraremos a principios de primavera, colocando una semilla directamente en una maceta de pequeño tamaño, con un sustrato especial para semilleros. Puede valernos un sustrato indicado para plantas de interior. La semilla la enterraremos a una profundidad equivalente al doble de su tamaño y la regaremos bien, manteniendo el sustrato húmedo durante todo el periodo que dure su germinación. Estas semillas germinarán sobre los 15 a 25 días con una temperatura alrededor de los 35ºC.
En el caso de que optemos por su multiplicación por esqueje, desde mediados de primavera a finales de verano, cortaremos tanto extremos de los tallos como pequeños tramos de estos y los plantaremos en macetas similares a las utilizadas para su siembra. Es muy importante mantener una temperatura entre los 25 a 30ºC y una atmósfera controlada en mini invernadero con una humedad relativa lo más alta posible para evitar que los esquejes se deshidraten hasta que emitan sus nuevas raíces. La aplicación de hormonas de enraizamiento mejora notablemente tanto el tiempo de emisión de raíces como la cantidad emitida de ellas.
Una vez germinadas las plantas con dos o tres pares de hojas verdaderas, o en el caso de los esquejes bien formado su cepellón, podemos plantarlas a unas macetas mayores y ubicarlas en los espacios elegidos para su decoración o crecimiento.
Si deseamos conseguir un aspecto de arbolito con tronco trenzado, plantaremos en la misma maceta varias plantas lo más juntas posibles e iremos podando sus ramas laterales dejando tan solo la principal. Durante su crecimiento las iremos trenzando y mediante una rafia iremos atando el tronco para mantener las plantas bien enlazadas. Una vez que la planta adquiera el tamaño deseado, las despuntaremos para provocar la brotación de las yemas alrededor de la zona de corte y a partir de ahí mediante sucesivas podas en el tiempo, conseguiremos la masa foliar en forma de árbol.
Durante su cultivo la iremos abonando con un fertilizante equilibrado 1-1-1 más microelementos. Lo ideal son pequeñas dosis en cada riego (fertirrigación), distanciando estos lo más posible para mantener el sustrato húmedo pero no encharcado.
El control de sus plagas y enfermedades
Prestaremos especial atención a las cochinillas, los pulgones y la araña roja en el caso de las plagas y en el Pythium y Fusarium en cuanto a enfermedades. Las cochinillas y pulgones se nos pueden presentar desde finales de invierno hasta bien entrado el otoño en zonas con climas cálidos. Su control se realiza mediante aplicaciones de insecticidas sintéticos procurando mojar totalmente su follaje y ramas e incluso las zonas de unión del peciolo al tronco. En el caso de la araña roja la combatiremos con acaricidas específicos que tengan la peculiaridad de controlar tanto los huevos como los adultos. Esta plaga se presenta especialmente durante los meses de verano, cuando las temperaturas son más altas y la humedad relativa más baja. También mojaremos durante el tratamiento toda la masa foliar, con especial interés en los enveses de las hojas ya que es donde se concentra su población.
En todos los casos se recomienda añadir a la disolución del tratamiento un ‘mojante’, producto que permite que el líquido aplicado se adhiera con facilidad a toda la superficie de la planta y mejorar así la eficacia del tratamiento.
Con respecto al Pythium y Fusarium son enfermedades que afectan al cuello de la planta, el primero solo se presenta en las fases de semillero o enraizado, y el segundo en fases más avanzadas del crecimiento, sobre todo cuando nos excedemos en el riego. Su control se realiza mediante riegos con fungicidas específicos y sobre todo de forma preventiva controlando la humedad del sustrato.
Fernando Cuenca
fcuenca@condelmed.com
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